Hace un montón de años, conversando sobre nuestra “primera vez”, Ramón Guillermo Aveledo, entonces presidente de la Cámara de Diputados, me dijo: “Afuera era de noche, pero dentro del estadio era de día”.
Hasta el sol de hoy le peleo que debe comenzar con esa frase su bellísima anécdota, la primera vez que fue a un juego nocturno con su recordado padre. Esperemos que sus obligaciones políticas le permitan sentarse a escribir de sus experiencias con el beisbol, que son una delicia.
Un recuerdo casi idéntico al de Ramón Guillermo Aveledo, pero en el Yankee Stadium, cuenta Billy Crystal en el documental “Baseball” de Ken Burns. Así que es una emoción universal.
La primera vez en estadio suele ser inolvidable; no importa si es un estadio de las Grandes Ligas, el Universitario,  el “Antonio Herrera Gutiérrez” o uno pequeño y modesto. Todos tienen en común el ser “Campos de sueños”; dentro del diamante puede ocurrir cualquier hazaña con nosotros de espectadores.
Es un bellísimo espectáculo presenciar el arreglo del parque, a plena luz o ya al atardecer cuando el personal de mantenimiento prepara el campo, acomoda la tierra y se trazan las rayas de cal. Si es el final del día entonces hay que añadir que las luces se encienden antes de que anochezca, así que el sol puede irse tranquilo.
Pero si llegamos de noche la llegada al parque siempre es alucinante, porque venimos con la oscuridad, encontrándonos con los amigos y conocidos en el aro externo y después de atravesar un pasillo que puede ser grande o pequeño, nos encontramos con un campo iluminado para ver la bella combinación de la tierra y la grama, los límites de cal y unos hombres que preparan sus cuerpos para el enfrentamiento que está por comenzar…
Entonces seguimos con la mirada la torres de luz, vamos detallando la estructura y terminamos, los más pequeños, los medianos y los altos, como niños asombrados, con la cabeza hacía arriba, mirando los reflectores que derrotan a la noche, que está un poco más allá.
Fue en 1935, un 24 de mayo, cuando por primera vez ocurrió el milagro del día dentro de la noche en un parque de beisbol.
Fue el primer juego nocturno de las Grandes Ligas.  Cincinnati derrotó a Filadelfia 2 x1  en 10 innings y el magnífico escenario  fue el “Crosley Field”.  Exactamente 20.422 afortunados fanáticos asistieron el histórico día.
El Presidente Franklin D. Roosevelt, desde la Casa Blanca,  oprimió un botón para encender los 363 bombillos de 1.000 KW cada uno que dieron luz al beisbol por primera vez.
Y la luz se hizo…