Branch Rickey tenía más de un año
recibiendo informes sobre los peloteros estelares de las Ligas Negras, sus
scouts los seguían e investigaban de sus vidas y le detallaban sus hallazgos al
presidente y co-propietario de los Dodgers de Brooklyn.
Buscaban a un jugador estelar,
cosa difícil tomando en cuenta que
en las “Negro League” había peloteros de talento indiscutible.
Pero se trataba además de
encontrar un hombre que pudiera jugar a la altura de las Grandes Ligas y
soportar los desplantes de la segregación racial, eso complicaba las cosas.
Repetimos la anécdota de la
primera cita que Rickey tuvo con Robinson. Después de explicarle todas las
humillaciones por las que inevitablemente pasaría, el noble jugador le dijo:
“Entonces necesita alguien fuerte para pelear” a lo que Rickey respondió: “No,
necesito alguien todavía más fuerte que no pelee”.
Robinson había protagonizado un
incidente mientras servía en el ejército durante la II Guerra Mundial, que le llevó a una corte marcial. Se
negó a viajar en la parte de atrás de un autobús, como le ordenaba un superior
y ganó el juicio. Terminó su desempeño como oficial con honores.
También era graduado
universitario, de UCLA, un destacado
atleta de pista y campo y jugador de fútbol americano. Nunca hay que dejar de
lado el hecho de que su hermano mayor, Mathew, fue quien llegó segundo en los
200 metros planos, detrás de Jesse Owens, en las Olimpíadas de Berlín en 1936,
hito de altísima importancia en la historia del siglo pasado, cuando un
corredor negro dejó en ridículo a Adolfo Hitler y su teoría de la superioridad
de la raza aria.
Casi nadie recuerda a Mathew, la
historia estaba reservada para su hermano menor.
Jackie era un bateador hábil, un
corredor veloz y bueno con el guante, pero la principal virtud que hizo que
Branch Rickey se decidiera por él, fue su inteligencia y sensibilidad para
entender el momento.
Rickey sabía, advertido por el
alcalde Fiorello La Guardia, que se estaba preparando una ley para obligar a
los equipos de las Grandes Ligas a incluir jugadores negros en sus nóminas. Si
embargo él llevaba meses estudiando quien podría ser ese jugador y ya ubicado
Robinson anunció su firma con Montreal Royals, equipo de Liga Menor de los
Brooklyn Dodgers, en octubre de 1945.
En 1946 hizo el entrenamiento de
primavera con los Royals y estuvo con ellos desde el primer juego. Fue una
temporada muy difícil, casi inhumano cumplir la promesa no pelear. Sin embargo
bateó .349 con 985 de porcentaje de fildeo, fue un
año estupendo previo a su debut el 15 de abril de año siguiente.
Si Branch Rickey no se toma su
tiempo para seleccionar al “hombre perfecto”, es posible especular que la
integración habría ocurrido más tarde y seguramente no habría sido Robinson el
primero en llegar.
Después de él, vinieron Roy Campanella y Larry Doby (el primero en la Liga Americana) y
fueron súper destacados, también Monte Irvin y el cubano Orestes Miñoso, amigo de nuestro querido Alfonso
Carrasquel, quienes tuvieron un buen desempeño, pero ninguno de fue mejor
que Robinson.
Don Newcombe y Sam Jethroe
tuvieron comienzos brillantes pero decayeron. Harry Thompson fracasó y Satchel
Paige, estrellas de las Ligas Negras, a esas alturas llamaba más la atención
más por lo viejo que era o reconocía ser.
Como sabemos Josh Gibson falleció
víctima de un tumor cerebral antes del debut de Robinson. A Rickey le atraía
mucho Gibson, pero en sus investigaciones supo primero que muchos que el “Babe
Ruth negro” estaba enfermo.
Destacó tanto en su primer año,
más allá de todo lo que tuvo que soportar, que el premio al Novato del Año se
llama “Jackie Robinson”.
Era, por recurrir a un lugar
común, “el muchacho de la película” y con el paso de los años, después de su
retiro, la importancia de su gesta cobró aún más fuerza. Mientras más pasa el
tiempo mejor dimensión le da la historia a la huella que dejó con sus spikes en
el terreno de los derechos humanos.
Cuando Barak Obama ganó la
nominación para ser el candidato de los demócratas, en el programa de Larry
King, el influyente humorista Bill Maher, hizo esta comparación: “No podía
enojarse. Si él no era perfecto, se habría dicho que no, los negros no tienen
cabida en el béisbol. Y lo mismo con Obama”.
¿Puede decirse que quien inició
el recorrido por la conquista de la participación de los negros en todos los
ámbitos de la vida de los Estados Unidos fue Jackie desde el principal
pasatiempo nacional? No creo que sea temerario o exagerado afirmarlo.
Por eso, en el aniversario número
50 de su debut en las Mayores su número fue retirado en todos los equipos,
únicamente quienes lo llevaban en ese momento podían usarlo, hoy sólo Mariano
Rivera goza del privilegio.
Jackie Robinson le regaló a
Martin Luther King el libro de su autoría “El beisbol ha hecho” con la
siguiente dedicatoria: “Para el Dr. Martin Luther King con la más profunda admiración. Su dedicación y sinceridad
ha sido una inspiración para millones de estadounidenses. Ha enriquecido la
vida de la mayoría de nosotros y lo apreciamos muchísimo. Que Dios te siga
guiando y te bendiga a ti y tu
devoción por los principios bajo los cuales se fundó este país. Espero que
disfrutes de ‘El béisbol lo ha hecho’.
Usted inspiró gran parte de ella.
Atentamente Jackie Robinson ".
Por cierto el libro autografiado
por Robinson se vendió en una subasta
en la prestigiosa casa Sothesby’s por 42.288 dólares.
De Jackie Robinson dijo su
compañero Duke Snider: "Sabía que tenía que hacer así. Él sabía que el
futuro de los negros en el béisbol dependía de ello. La presión era enorme,
abrumadora e insoportable a veces. No sé cómo se levantó”, Snider fue de gran
apoyo para Robinson cuando llegó a las Mayores.
Rachel, si viuda, asegura en el
importante documental “Baseball” de Ken Burns, que jamás vio a Jackie quejarse
o decir alguna vez que iba a renunciar, sabía lo importante que era y sentía
que llevaba a toda su raza en los hombros.
El reverendo Martin Luther King,
dijo una vez: “Robinson es un peregrino que caminaba en solitario por los
caminos hacia la ruta de la
libertad”.
La frase más recordada de Jackie
es: “Una vida no es importante, sino por el impacto que causa en otras vidas”.
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