jueves, 2 de mayo de 2013
El Día que el Caballo no jugó
Era hijo de inmigrantes alemanes y nació y creció en las calles de Manhattan, donde la mayoría de los niños eran practicantes de una nueva “religión” llamada beisbol. Entonces, igual que ahora y como sucede en cada lugar de este mundo en el que unos muchachos quieren jugar pelota, cualquier terreno se convertía en un estadio.
Así creció él, jugando beisbol y otros deportes, aunque el beisbol y sobre todo batear era lo que le gustaba especialmente.
Su madre trabajaba como cocinera y su padre era mesonero en el comedor de la Casa de la Fraternidad de la Universidad de Columbia. Cuando terminó el colegio, se incorporó a ayudarlos, en las mañanas colaboraba con el desayuno antes de irse a la Escuela Superior de Comercio, donde hacía varios deportes, destacando en el beisbol por su habilidad y fuerza para batear.
Su talento deportivo y buen comportamiento, además de la buena reputación de sus padres, le valieron una beca para estudiar arquitectura en la Universidad de Columbia donde de inmediato se incorporó al equipo de fútbol americano y al de beisbol.
Estuvo en pocos juegos entre las temporadas de 1923 y 1924, no era regular, pero en 1925 se quedó definitivamente en la nómina del equipo grande. El 31 de mayo, por primera vez su nombre apareció en la alineación como bateador emergente. Al día siguiente, el primera base regular, Wally Pipp, le participó al manager Miller Higgins que tenía un dolor de cabeza muy fuerte. Entonces Higgins le anunció al muchacho estaba en el line up abridor; desde ese día el nombre de Lou Gehrig no dejaría de aparecer por 2.130 juegos consecutivos.
Pronto se convirtió en una gran estrella, brillando nada menos que al lado de Babe Ruth. “El Bambino” era tercer bate y Lou el cuarto de la alineación. A diferencia de su famosísimo compañero, Gehrig era un hombre que prefería estar alejado de los focos, no era parrandero ni mujeriego. (Lástima, pensarían algunas, porque era tan guapo, que cuando vino la hora de llevar su vida al cine lo encarnó Gary Cooper, aunque el actor no era tan buenmozo como el pelotero).
Claro que ser el cuarto bate de los Yankees y pasar desapercibido era y es una labor imposible, pero él se esforzaba porque fuera del estadio su vida fuese más discreta.
En 1927 bateó .373 y en 1928 dejó promedio de .374. Conectó 47 jonrones en 1927, cuarenta y seis en 1931 y 49 en 1936.
Era un estrella, iba acumulando números y hazañas increíbles, su carrera impresionaba temporada tras temporada, era un “Yankee perfecto”. Ruth y el se dejaron de hablar por un chisme que nunca ha sido aclarado, en un tiempo en el que juego del Babe comenzó a descender, mientras el de Gehrig no dejaba de impresionar.
Una tarde de Julio de 1933, el cronista de beisbol Dan Daniel, revisando lo números de Gehrig, descubrió que su nombre aparecía en cada juego desde aquel 31 de mayo cuando salió como emergente y al día siguiente como abridor en primera base, el día que le dolió la cabeza a Wally Pipp: “Tu has jugado en cada juego desde el 1ero de junio 1925, en 1.252 juegos consecutivos hasta hoy” le informó el escritor quien además le anunció que la marca era de 1.307 en poder de Everet Scott. Lou lo dejó atrás y se mantuvo jugando.
En 1934 logró la triple corona y en ese mismo año llegó a los 1.500 juegos consecutivos y sumó 300 vuelacercas.
Con Lou Gehrig en la alineación, los Yankees ganaron seis Series Mundiales, de por vida dejó promedio de .340, con 493 jonrones , 1995 carreras empujadas y 534 dobletes (por cierto Bob Abreu colecciona 531 batazos de dos esquinas).
En 1938 su producción comenzó a mermar, era evidente que no era el mismo, en 1939 se presentó irreconocible, en ocho juegos bateaba para 143 y era obvio que sus piernas no le respondían, casi no podía correr las bases.
El 2 de mayo, uniformado, le dijo al manager Joe McCarthy que lo sacara de la alineación.
-“Es por el bien del equipo”-le dijo.
Esa noche el anunciador interno del Yankee Stadium hizo el siguiente anuncio: “Damas y caballeros, ésta es la primera vez que el nombre de Lou Gehrig no aparecerá en la alineación en 2.130 juegos consecutivos”.
El estadio le brindó una sonora ovación.
Gehrig fue diagnosticado de “esclerosis lateral amiotrófica” (ELA) una enfermedad neurológica progresiva, invariablemente fatal, que ataca a las células nerviosas (neuronas) encargadas de controlar los músculos voluntarios. Esta enfermedad pertenece a un grupo de dolencias llamado enfermedades de las neuronas motoras, que son caracterizadas por la degeneración gradual y muerte de las neuronas motoras. Desde entonces también se le llama “Enfermedad de Lou Gehrig” y aún no tiene cura.
Escogió el 4 de julio para anunciar su retiro, 61,808 fanáticos plenaron el estadio para despedir al “Caballo de Hierro”. Ese día fue retirado su número (4), la primera camisa que colgaron los “Bombarderos del Bronx”.
Cuando le llegó el turno de hablar, las palabras no le salían, el Yankee Stadium comenzó a gritar “¡Queremos a Lou!, ¡Queremos a Lou!” y Lou respondió con uno de los discursos más hermosos y conmovedores jamás escuchados en un estadio o en ningún otro lugar, con la inolvidable frase: “Me considero el hombre mas afortunado sobre la faz de la tierra“.
Al terminar el discurso, Babe Ruth le dio un fuerte abrazo en señal de que los estragos del malentendido habían quedado olvidados. Los dos amaban el beisbol y la verdad es que la pasaron bien juntos, ganando juegos, repartiendo batazos por aquí y por allá...
Los exámenes a los que fue sometido después demostraron que por años estuvo jugando beisbol resistiendo fuertes dolores y espasmos.
Unos días después ese mismo año fue ingresado al Salón de la Fama de Cooperstown. Sus últimos años los dedicó a labores sociales para niños con problemas junto al alcalde de Nueva York Fiorello La Guardia. Murió el 2 de junio de 1941.
Cal Ripken jr, campocorto de los Orioles de Baltimore, rompió su record el 6 de septiembre de 1996 y siguió jugando. Dejó la marca en 2.632 juegos consecutivos y aunque se dice que todos los records se hicieron para romperse, no parece posible que alguien sea capaz de darle alcance a alguno de los dos.
No en estos días en los que, como para Wally Pipp, un dolor de cabeza es suficiente para no jugar.
“The Iron Horse” y “The Iron Man”, dos de las mejores y más ejemplares historias que pueden contarse en el beisbol.
Cuando Ripken rompió la marca, Joe DiMaggio le dijo: "Estoy seguro que donde quiera que este mi compañero de equipo Lou Gehrig, se está quitando la gorra ante usted".
Esta es lista de los 15 con más juegos seguidos:
1. Cal Ripken, Jr. 2.632
2. Lou Gehrig 2.130
3. Everett Scott 1.307
4. Steve Garvey 1.207
5. Miguel Tejada 1.152
6. Billy Williams 1.117
7. Joe Sewell 1.103
8. Stan Musial 895
9. Eddie Yost 829
10. Gus Suhr 822
11. Nellie Fox 798
12. Pete Rose 745
13. Dale Murphy 740
14. Richie Ashburn 730
15. Ernie Banks 7 17
"Me tomé las aspirinas más caras de mi vida". Wally Pipp.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario